Mis padres no se cansan de repetirme que soy muy rebelde y alocado y que a mis veinte años debería ser mas formal, trabajar y cambiar mi forma de vestir. Como castigo me buscan un trabajo super aburrido en casa del cura de la iglesia. Hoy es mi primer día de trabajo y cuando le llevo un café que me había pedido siento sus ojos clavados en mi culo. Con lo bueno que esta el cura cuando me sienta a su lado y me empieza a sobar la polla ni se me ocurre moverme. Me encanta cuando me rompe el culo y con su mano en la boca para que nadie me escuche gemir me empotra contra su sofá.